lunes, 12 de enero de 2009

REQUIEM A JORGE B.


Un dieciocho de enero de 1999 lo conocí, Jorge fue su nombre mismo que ya no va a necesitar, y Bojalíl el escudo de armas con las que batalló sus guerras cuando estuvo vivo, heráldica que su padre le heredó…

El bojas. Solí por años referirme así cuando hablaba de su persona para bien o para mal, con esta vos, con este apodo, muchos, muchos días, mejor dicho muchas noches compartimos: la experiencia, la fortaleza y la esperanza de un mejor día de hoy y todavía un mejor mañana, fueron 2,200 días más o menos los que habremos estado estrechamente juntos, muy cerca, y después distanciados por los espíritus de pendencia que ambos tenemos.

Así que el 9 de enero de 2009, a las 10 de la mañaza quizás, recibí un telefonema de Eugenio Tomás, compañero y camarada de las mismas andanzas que Jorge y que yo, me dijo. Ya sabes; con un tono de voz que asomaba un percance de alto nivel, No, fue mi respuesta… Se murió Jorge Bojalil… el impacto fue demoledor, permanecí unos segundos sin poder articular palabra, se me agolparon las ideas y las reminiscencias… apenas pude preguntar, Qué paso, Cómo fue; No sé, respondió Eugenio Tomás, te llamo después estoy en una junta, fueron las palabras que escuché antes de que se cortase la comunicación.

Cuando todavía no salía del trance del pregón, apareció como una bendición Gustavo Adolfo, lo miré y si poder no dramatizar más el acontecimiento lo advertí. Qué crees que pasó, utilicé una inflexión de voz que salió de lo más intrínseco de mí ser, estupefacto y atónito me miró con los ojos casi desorbitados por el anuncio, sólo caminó en un ir y venir nervioso dentro del pequeño espacio de mi oficina, él, como yo, no dábamos crédito al acontecimiento.

Cumplí un aniversario en la lucha que sostuvimos Jorge, yo y cientos de miles más, millones incluso si contamos el mundo entero contra el enemigo común que inclusive mencionarlo no es importante, este rival fue el que me amigó con este Jorge y con todos los demás soldados del ejercito del ayuno. Y ese día, el 17 de enero del 2000 año de Nuestro Señor, él, fue el maestro de ceremonias de aquél primer año de vivir un poco más libre de tantas ataduras que había abrazado y no sabía que las poseía como rémoras, como lastres.

El segundo y tercero de estos primeros ciclos anuales de vida nueva, los compartí de manera estrecha con su persona, posterior a estos calendario las cosas dentro de mí tuvieron una metamorfosis de libertad total, de obediencia a nada, a nadie, sólo a ese Dios interior que ilumina mi camino y el de mis hijos… esto nos llevó a enormes discrepancias y escaramuzas, hasta que la fuerza de estas pendencias nos alejó al uno del otro, pero no así del camino que emprendimos yo en el año 1999 y el ocho años antes, lo voy a recordar hasta el fin de mis días como el enorme entusiasta de este movimiento que ha salvado a millones, a él mismo y a mí, de las garras de la muerte y la locura.

Jorge, te reconozco y te celebro, que así como aquél Alejandro que mencionaba al Poder Superior como “El jefe”, te fuiste por la puerta grande, como los grandes…

Te recuerdo unas palabras, tú sentado en la silla que ha sido el alivio tuyo, mío y el de tantos, dirigirte a Miguel Ángel y mencionarle, Miguel te imagino juntos tú y yo, allá en el cielo contiguos a Dios cuando muramos. Ahora que seguro estoy deberás caminar por esos senderos igual que mis padres y tantos otros más… te pido, allana esas rutas para los que estamos por alcanzarlos.

Parafraseando una poesía hermosa de Jaime Sabines, ilustre e ínclito poeta chiapaneco en aquella deliciosa composición “Tía Chofi”. Te digo

Exijo que los ángeles te tomen
y te conduzcan a la morada de los limpios.
Sofía Virgen, vaso transparente, cáliz
que la muerte recoja tu cabeza blandamente
y que cierre tus ojos con cuidados de madre
mientras entona cantos interminables…

Carlos López Carmen Agradeceremos sus comentarios a:

11 de enero de 2009 columnarebelde@hotmai.com
8.31 PM

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