Mabel

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Primera tarea del Taller de Novela.
Brenda Navarro.

Tema: la búsqueda de la independencia por amor.

Línea argumental: 4 mujeres convergen en la crisis política mexicana por amor.

Argumento: Mabel nace en la ciudad de Cuernavaca, Morelos. Hija de madre mexicana y padre argentino, encuentra el amor en el soldado Gabriel. Mantiene una relación amor-odio con su madre, lo que la orilla a alejarse de su hogar para ir a vivir a casa de su primo Bernardo, un polìtico de la ciudad de México, que la apadrina para que incursione en la política.
Al enterarse de la muerte del soldado Gabriel, se dedica a investigar el paradero de su asesino, y con ayuda de Jimena, una niña de 10 años, va poco a poco acercandose a la vida de Flor, con quien se tiene que enfrentar para vengar la muerte del soldado, sin imaginar que terminará aliándose con ella.

El empoderamiento femenino y la manipulación sentimental y sexual que ejercen, serán factores determinantes para que un político no llegue a la presidencia, el narcotráfico se internacionalice, la rebelión popular emerja y la debacle económica llegue a un estado de descomposición en donde las decisiones personales serán rebasadas por la inercia de una sociedad apática y violenta.


Biografía del personaje:
Dicen que Mabel siempre llegaba tarde y se iba temprano. Incluso a la hora de su concepción fue así pues, no fue sino hasta las 8 semanas de haberse entregado a aquel hombre que no conocía a ciencia cierta, que su madre se enteró que dentro de sí, esa niña ya habitaba su cuerpo; y antes de cumplir los 8 meses de gestación, salió al mundo entre el llanto azorado de su madre, el beneplácito de su padre y el asombro de doctores y enfermeras, quienes no le auguraban más de 24 horas por su peso y tamaño. Claro que se equivocaron, porque Mabel, succionaba del seno de su madre, toda la vida que se le quería escapar.
También llegó tarde a la repartición de la paciencia, de le elegancia, y de los buenos modales, y por el contrario, se acomodó temprano, en la fila donde entregaban el ímpetu, la soberbia, y la jovialidad que siempre le caracterizó.
En su hogar, casi y no llega, pues aquellos abuelos que la cuidaron, ya estaban cansados de los niños y las niñas que por años habían destrozado sus muebles y sus nervios; y por el contrario, se fue mucho antes de que ellos pudieran descansar. La peor pena para aquellos ancianos que le amaron casi con idolatría.
Contaba Mabel de su propia voz, que le pidió a Dios unos ojos grandes, unos labios gruesos y una tez morena. Y aunque toda la infancia creyó haberse equivocado, en su juventud, se dio cuenta de lo sabia que había sido su petición. Siempre amó a Dios y estuvo agradecida con él, aunque sólo dos veces lo haya dicho en voz alta. Se sentía orgullosa de su capacidad para ocultar sus verdaderos pensamientos.
Mabel conoció el dolor tarde, como muchas tantas cosas, y se acercó al amor y el deseo sexual de una manera tan precoz como inaudita para su mundo. Siempre dio de que hablar, y mientras más le reclamaban, mas incentivada se sentía para devorar orgasmos y vanidades. No se apellidaba Contreras porque no todo embona en este mundo.
Sin embargo, el Navarro y el Garayalde los portaba con un orgullo tal que se sentía parte de una dinastía, los pronunciaba con altivez y cada que podía, contaba su origen familiar como si en algo importara en esta vida. Al contrario de lo que muchos pudiesen creer, importó, pues varios años después de su nacimiento, esos apellidos, fueron el pase a mundos desconocidos que le enseñaron la obstinación del ser humano.
Su madre, quien le amaba y le odiaba en secreto, -como muchas otras madres- siempre fue fiel a sus cuidados y a su educación. No había sido educada para otra cosa, aunque de haberlo sido, seguramente hubiera decidido ese mismo camino, pues era miedosa de la vida, así como amante del confort y la tranquilidad que le daba el hecho de no planear nada. En cambio su padre, viajero incesante y ególatra, -como dicen que son todos los ciudadanos del sur-, le amó desmedidamente, y se encargó de heredarle y comunicarle todo aquello que sabía y deseaba saber. Mabel fue la más grande de sus estudiantes, aunque, también la más rebelde. Por eso, cuando su padre, recostado en una cama vieja y maloliente le pidió que siempre fuera libre, -como hasta esos momentos-, ella le contestó con toda la seguridad del mundo, que no lo sería, que la costumbre y la inercia de la vida le habían llevado al puerto del conformismo. Nunca supimos a ciencia cierta, si aquellas palabras fueron las que provocaron el infarto que mató a su padre, de lo que si fuimos testigos, fue de cómo, cada minuto de su vida, Mabel honró el deseo de su progenitor, aunque nunca lo aceptó frente a nosotros.

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