Conflictos Dramáticos

lunes, 3 de noviembre de 2008

1. Personaje contra su destino.

En silencio esperaba la hora cero, ya había cerrado las puertas con llave y se había instalado en el cuarto mas apartado de la casa, listo, para esperar la muerte. Bien sabía lo que sufriría, había firmado un pacto con la muerte el día en que murió por primera vez. Aquella vez en que vio su cuerpo desprendido de la conciencia, sin vida, una huida de la muerte lo llevó a encontrarla en el borde de una ventana. Como un susurro llegaron las palabras «Ya es hora», pero la negación del alma no sucumbió ante el deber de la oscura dama.

Con un sentimiento delgado de arrepentimiento se alejó la muerte dejando regresar al hombre a su cuerpo, mal herido, cumplió con lo acordado: Se deslizó por la puerta entreabierta de una casa tranquila, el agua para el té hervía en una vieja estufa, y la televisión hablaba sin espectadores conscientes, sólo un anciano que dormido había dejado caer un plato al suelo se encontraba en el lugar. Nadie lo escucharía morir, la flama fue apagada con un soplo y el gas corrió por los pulmones. Un trabajo estaba hecho, había cumplido, la tarea lo horrorizaba, pero era lo acordado: «Harás el trabajo de la muerte en tu lugar de vida, serás recompensado con el tiempo que robes, pero al final, sufrirás tanto como sufrieron tus víctimas»

El único objetivo de su vida había cambiado con el tiempo, la rabia de su ser lo había manipulado y controlaba su pensar, quería hacer caer a aquel que le había quitado la familia, ese horrendo hombre que avaricioso había dejado de lado los intereses de quienes lo rodeaban, y siguió sin control terminando con la vida de muchas personas.

Siguió con su trabajo, cada vez que se presentaba tiraba una cuerda o manipulaba un pensamiento suicida en alguien que sería parte de un circulo de vida y muerte. Mientras tanto seguía en búsqueda de la venganza que tanto anhelaba.

 

Allí estaba, sentado frente a un plato de pescado en un fino restaurante, ¡la salida del pacto ahí estaba!, no tardó ni cinco minutos, se abrió paso con una expresión brava, tomó el cuchillo sin filo para mantequilla y lo recargó contra el corazón del otro.

La muerte se presentó, él dormía, traía consigo los fantasmas, resultados de la venganza del hombre, jugaron con su prisión terrenal y lo llevaron a donde ellos habían sido enviados. La muerte rió y pensó «Que irónica es la vida» 

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