domingo, 14 de diciembre de 2008

MIS DOS MÉXICOS


He escuchado sin exagerar cientos de veces o quizá miles a los mexicanos… ¿Cómo podría adjetivarlos? Quizá chafas, sé de antemano que no es un término muy seductor que digamos, pero contextualmente acusa perfecto a nuestros connacionales, que con constancia perniciosa y obtusa se expresan mal de nuestro México hermoso, bello, rico e ingenuo.

De esta manera es como yo lo veo: magnífico, soberbio, e incluso sublime. Tierra de ancestral arraigo y de historia de ganadores; de guerreros y no sólo hablo de los aztecas, pues ellos fueron sólo el final de nuestra historia precolombina; antes que ellos llegaron por el norte los Otomíes, mismos que se afincaron en la mesa central; los Olmecas, se asentaron en los bordes del golfo de México, los Mayas-quiches en el istmo de Tehuantepec también en la península de Yucatán y en América central, los Mixtecos en el norte de Oaxaca, los Zapotecas en la Oaxaca meridional. Y al final arribaron los reyes de la guerra, los imperialistas, los fundadores de nuestra México-Tenochtitlan. Ellos, que análogamente con los judíos y el Moisés bíblico, hallaron la tierra prometida por el Dios de los ejércitos: Yahvé. Los aztecas a su vez sorprendieron al islote aquel que el profeta y sumo sacerdote Tenoch les había vaticinado; los estaba acechando en el centro del lago de Texcoco, la profecía decía que tropezarían con el, y que ahí habría un águila real devorando a una serpiente encaramada sobre un nopal, planta perenne y netamente mexica, y así, luego de lustros de persecuciones y de doloroso peregrinar se hallaron ante el espectáculo de sus vidas.

Ahí, al centro del Anahuac en el ombligo del mundo, edificaron la majestuosa, ordenada y válgaseme mencionar “civilizada” urbe, capital propiamente de toda Mesoamérica.

Dicen los escritos históricos, que los primarios y ordinarios peninsulares se sorprendieron en grado superlativo cuando a la distancia sus perversas miradas avizoraron la gran Tenochtitlan, pues esta resplandecía como un gigantesco domo de plata pura, por el ínclito destello de los rayos del dios Tonatiuh, el Sol, resultado de lo encalado de sus construcciones. Estas costumbres y avances urbanísticos, como el sistema de drenaje y de agua potable, los dejo atónitos y pasmados, ¡esto era civilización! y no aquella brutal y más que salvaje costumbre de arrojar los orines y las heces fecales a la calle, como lo hacían por allá en la maravillosa y civilizada Europa medieval. De ahí la costumbre de advertir a otro de algún peligro en ciernes con un “aguas”, esta es una de esas costumbres que a la fecha me cuesta mucho comprender.

Fue muy poco tiempo el que permaneció el reinado y poderío de estos guerreadores aztecas, pero suficiente para que hoy esta palabra, estos emperadores finales, los Cuauhtémoc, los Cuitlhuac, los Moctezuma, nos den identidad, por que nadie alrededor del mundo puede negar que somos el pueblo Azteca.

Con los enormes defectos y las maravillosas virtudes de ser los dominadores de el valle del Anahuac, mismos que como Alejandro Magno, Napoleón Bonaparte o el terrible Atila rey de los hunos, lo convirtieron en un mayúsculo imperio y en un emporio, regido por la monarquía oligarca de estos mexicanos primarios.

Es verdad que la superstición y la mitología local, aunada a la profetizada llegada del quinto sol, confundida y coincidida con el arribo de estos verdaderos bárbaros, salvajes y sanguinarios españoles. Dieron los funestos resultados de hoy, de este México joven como país, como nación, por que me exijo a mi mismo, replicar que: ellos, lo que llegaron allende los mares, de ultramar, ellos son los que inventaron la palabra extranjero como contexto, pues nosotros éramos todos de aquí, ellos, los que trajeron su lujuria mestizadora, su avaricia desmedida, abusiva, perniciosa y soez. Ellos, lo que se mezclaron con nosotros los mexicanos, no con los indios, pues también es el momento de exigir a los ángeles, a los serafines y querubines, al mismo Creador y Señor Todopoderoso, y por supuesto a todo aquel panteón olímpico de dioses de barro y de basalto, a la Tonantzin, a Tlaloc, a Huitzilopochtli y a todos las demás deidades oriundas de estas nuestras tierras, explicarles a todos los pobladores de este planeta que los indios son oriundos de la India allá en el oriente, son nativos de ese país asiático, los nacidos aquí, debe llamárseles de manera respetuosa, aztecas, otomíes, tarascos o como sea el nombre de la estirpe a la que pertenezcan. Aunque se halla generalizado este término que indefectiblemente se menciona de forma peyorativa para quién lo recibe, y por esta razón no debe permanecer pues este error garrafal.

En mis lecturas e investigaciones, no he hallado ningún códice o vestigio de corrupción, nepotismo o algún otro cáncer social en nuestras sociedades precolombinas, quizá lo halla habido, pero de esto hoy estamos barrocos, estridentes y abigarrados, solazándonos en esta podredumbre de falta de valores, “y de virtudes cristianas”, digo cristianas con sorna porsupuesto por lo siguiente.

La pregunta inminente es: ¿Cómo llegó a nosotros esto, quién nos los mostró con el ejemplo incluso, de donde nos salió está corrupción, rampante y cabalgante que hoy mostramos al mundo como maravilloso galardón, nuestro segundo o primer lugar como país en incidencia de secuestros, quién nos instruccionó en la “mordida”, quién, quién sería?

¡Ahhhh!, por supuesto quizá muchos no lo creerán y menos avalarán mis letras y mis palabras. Habrá que comenzar por el principio, por la llegada de el tristemente célebre Hernán Cortez y su arribo a la tierra mía, a las playas de la Verdadera Cruz con su cargamento de devastación, de suciedad moral y sanitaria, henchido del permiso de los reinantes soberanos españoles de entonces, los reyes “católicos” y con la ayuda del virrey de Cuba, cuando estos pelafustanes, parias y asesinos, desembarcaron en nuestras tierras y ante la confusión de nuestros hombres naturales, utilizaron toda clase de tropelías, oprobios, mentiras, falta de honradez, honestidad y sobre todo, con una total ausencia de cristianismo y una enorme y fastuosa actitud “Católica”, Apostólica y Romana, clavaron sus adargas y espadas, quemaron con sus armas de fuego, arcabuces y fusiles las carnes de aquellos mexicanos, que no le pidieron a nadie ser adoptados por ninguna religión, que no le pidieron a nadie ninguna evangelización, pero ellos, los españoles y sus misionero franciscanos, jesuitas, carmelitas y toda una horda de pseudo-religiosos católicos, mismos que de cristianos no tienen ni el nombre, pues pertenecen a la “Terrible, Terrorífica, Pederasta, Imperialista, Invasora, Concupiscente, Hipócrita, Mentirosa, Controladora, Dominante, Esclavizadora, Torturadora, Pecaminosa e Inquisidora, Sacro Santísima Iglesia Católica Apostólica y Romana” y en esta lucha imperialista y conquistadora, sostenida en sus propias escrituras coercionadas a su favor y para los poderosos aliados, hicieron acomodos y cánones que así como los diputados y senadores actuales de nuestro México enfermo de catolicismo, que benefician sólo a los ricos y a los que más tienen…

Siento mucho si alguna persona se siente molesta, por todo esto escrito en Columna Rebelde, sin embargo es para mí un compromiso conmigo mismo mostrar estas imágenes de la religión que predomina en nuestra hermosa, bella e ingenua América Latina…

Es cuanto compañeros, por ahora por que esta historia continúa…




GLOSARIO

Contextualmente: Argumento, trama, tejido, estructura, entorno físico o situación.
Connacionales: Que pertenece a la misma nación que otro.
Pernicioso: Dañino, perjudicial, peligroso, nocivo.
Obtuso: Lerdo, asno, burro, cerrado, tardo, estúpido
Ínclito: Célebre, ilustre, insigne, glorioso.
Atónito: Estupefacto, pasmado, boquiabierto.
Ciernes: Principios, comienzos, iniciaciones.
Oligarca: Autócrata, cacique, absoluto.
Allende: Allá, allí, al otro lado.
Ultramar: País que está de la otra parte del mar.
Panteón: Del. Lat. Templo dedicado en Roma a todos los dioses.
Indefectible: Infalible, indudable.
Peyorativo: Despectivo, insultante.
Barroco: Recargado, pomposo, estrambótico.
Estridente: Ruidoso, Estrepitoso, chillón.
Abigarrado: Confuso, alterado, complicado.
Adargas: Escudos, defensas, protecciones.
Coerción: Sujeción, contención, freno.

Carlos López Carmen

18 de noviembre de 2008
7.48 PM

Agradeceremos sus comentarios a:

columnarebelde@hotmail.com





MIS DOS MÉXICOS


Continuación…

Es este continuo caminar por la historia de nuestro México maravilloso y como mencioné en la primera parte de este ensayo (publicado el 21 de noviembre de 2008), hermoso e ingenuo.

Quiero decirle al mismo México nuestro, a la nación, a los que nacimos en este territorio, en la cintura del mundo que es la parte más tórrida y fértil del planeta, SOMOS un pueblo elegido, somos hijos del Padre y este no hace tonterías, creados a su imagen y semejanza esto nos convierte en divinos y celestiales, no SOMOS el tercer mundo, existimos en el único mundo que hay, y si logramos ver que estamos haciendo que no es conveniente para nosotros mismos y dejamos de decir y pensar en nosotros mismos como perdedores, tercermundistas, paupérrimos y vemos no lo que nos hace falta sino lo que tenemos, ello es maravilloso pues: poseemos la vida esta que es sagrada, a los hijos, a los padres o el recuerdo de ellos si estos ya murieron, tenemos nuestro corazón, nuestras propias ganas de triunfo de éxito, y ¿Cómo podemos verlo? Esto es sencillo, miremos nuestro cuerpo, los ojos con que distinguimos los colores, las piernas que nos llevan de un sitio a otro, los brazos con los que estrechamos a los que más amamos e incluso a los que no. Nos pertenecemos a nosotros mismos, somos dueños de nuestros pensamientos, podemos cambiar nuestro entorno, tenemos que creerlo y decirnos hasta el cansancio: nuestra naturaleza es ganadora, triunfadora, conquistadora, pertenecemos la casta de los más aguerridos gladiadores aztecas y a los incontenibles conquistadores españoles y es obligación nuestra mezclar y amalgamar estas dos estirpes de personajes bravíos, inteligentes, bárbaros incluso.
No olvidemos que los peninsulares pasaron por momentos de terrible dominación árabe y sin embargo después de aproximadamente ochocientos años de este suplicio lograron desembarazarse de ellos, y que decir de nuestros insignes e ilustres aztecas que aun siendo los últimos en llegar por el norte al fastuoso valle del Anahuac y siendo sujetos y víctimas de cientos de ataques y persecuciones, conquistaron la mayor parte de Mesoamérica, entonces hoy miremos con atención que tenemos de ambas sangres, de ambos genes de ganadores totales y que ello nos convierte en grandes hombres y mujeres, tomemos lo mejor de una y otra prosapias y estirpes, luchemos a brazo partido en contra de los que nos engañaron con ese viejo y trillado concepto de la derrota.

SOMOS UNA NACIÓN DE GRANDES E ILUSTRES HOMBRES Y MUJERESDE DE ESO NO HAY DUDA, INTELECTUALES, HEROES, INDUSTRIALES, DEBEMOS MIRALO PUES ES VERDAD.

Dice Octavio Paz, mayúsculo intelectual mexicano premio novel de literatura, gran colaborador de la política exterior mexicana siendo embajador en la India, con el que coincido al respecto de nuestros dos Méxicos, ¿Cómo es posible que se tase con una sola definición a este país que es una amalgama y mixtura de razas, religiones, estratos sociales, unos en el norte, otros en el sur y los paisanos de las costas y litorales, no conformamos una masa homogénea de seres humanos sino que cada lugar, cada ciudad, cada estado tiene su propio y rancio abolengo, su gastronomía, su historia intestina y ello hace que seamos una nación grande, rica y pujante. ¿Cómo puede clasificarse a un país como paupérrimo y tercermundista? Claro que el promedio de lo mexicanos son pobres y otros tantos misérrimos, sin embargo no sugiero dejar de mirarlos.

Lo que propongo es que nos percatemos que tenemos más cosas buenas que malas y así como tenemos estos enormes rezagos sociales, morales y espirituales poseemos los sentidos para mirarlas e incluso podemos comenzar por corregirnos a nosotros mismos en un sin número de situaciones sociales…

Esta historia continuara…


Agradeceremos sus cometarios a:

columanarebelde@hotmail.com

Carlos López Carmen

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