- La muñeca es lasciva como fruta jugosa
- Su muerte fue cariñosa como una novia fúnebre
- El rencor es interior como una bala incrustada en la cabeza
- Guerra honorable como beata inmoral
- Tú mirada es sólida como el granito del centro de la tierra
TAREA 3
Marido: No te vayas, ¡por favor!, deja las maletas y olvídate de esta tontería tuya.
Esposa: Estás consciente que no es la primera vez que me lo pides.
Marido: No exageres, ésta es la segunda vez, y la anterior ni siquiera tomaste tus cosas como ahora.
Esposa: Me das pena, si me quedé fue porque me prometiste que ibas a cambiar y mírate.
Marido: Nunca ha sido fácil para nadie cambiar como lo pides, piensa que estoy enfermo y necesito tu apoyo más que nunca.
Esposa: No me chantajees, mi apoyo lo tienes, pero no voy a sufrir contigo una enfermedad que fue tu gusto.
Marido: Sí, fue mi decisión, pero nunca me dijiste nada hasta que recibí la noticia del médico. Como yo lo veo, tú también eres responsable.
Esposa: ¿Responsable yo? Somos adultos, y tal vez no te lo dije pero siempre estuve a disgusto con tu cochino vicio.
Marido: Tú no lo sabes, pero eso que tú llamas vicio, es indispensable para una vida plena, y hacerlo dos o tres veces al día, no provocó mi enfermedad. Quizá ese maldito aire que respiramos.
Esposa: ¿Dos o tres veces? ¿Crees que soy estúpida para no darme cuenta del olor impregnado en la sala, en el baño y hasta en mi ropa interior?
Marido: Otra vez exageras, porque no te parece tonto dejarme por un poquito de humo.
Esposa: Me enfureces, tienes cáncer de pulmón y lo que dices no ayuda… Adiós.
Marido: No te vayas, ¡me duele, me duele, me duele! Es en el pecho.
Esposa: Por qué haces esto, no soporto verte sufrir, pero te conozco y sé que estás fingiendo. Marido: Nooooo.
Esposa: ¡Qué poca madre tienes!, me voy para siempre, y no me busques.
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