Tarea 2, Tipos de Personajes

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Personaje Estereotipo


La misma de siempre


Corina caminaba lentamente por la calle, seguía el camino hacia su escuela como cada mañana. Mismo despertar, misma preocupación, mismo pensamiento, mismo desayuno, mismo uniforme, misma vida. Cursaba el tercer año de bachillerato, no le emocionaba en lo más mínimo entrar a la universidad. Esto de decidir carreras no era lo suyo. Vagaba entre las mismas opciones. Todavía tenía tiempo. Ese día era particularmente mismo. Más mismo que nunca, más igual, más parecido a los otros días. Misma banca, mismo saludo, mismos compañeros, misma materia, mismo maestro, misma resonancia que entraba en su cabeza. Mismas razones para perderse dentro de los mismos pensamientos, que recorrían una y otra vez su mente. ¿Seguir con el mismo novio? ¿salir al mismo lugar? ¿tomar la misma cerveza? ¿seguir siendo la misma? ¿Seguir siendo la misma? Esa era la gran pregunta que le rondaba. Trataba de concentrarse en Cálculo. Cambiar. Renovarse. Decidir. Una y otra vez pasaban frente a sus ojos como anuncio luminoso. Cambiar. Renovarse. Decidir. Siempre lo mismo. En medio de la clase de Filosofía surgió una pregunta que Corina normalmente hubiera ignorado, pero ese día le despertó una inusual curiosidad. ¿Hay vida después de la vida? Por un momento pensó que escuchaba la misma historia, los mismos argumentos, pero entre el mismo ruido del salón se impuso un silencio diferente. Corina levantó la mano y el profesor le dio la palabra. -Es bueno ver que no tienes la misma apatía de siempre.- Señaló el maestro. -¿Qué opinas?- Creo que si existe vida después de la muerte, mi abuela, una vez, estuvo muerta como 2 minutos, y cuando regresó nos contó que había llegado a un jardín hermoso, lleno de gente que hacia fila para pasar por una puerta de cristal líquido. También nos comentó que había unos seres de luz conduciendo gente por diversos caminos. Ya que la iban a dirigir a ella la reanimaron y despertó. Después de eso su vida no fue la misma.
El maestro sorprendido, le dijo que era un buen ejemplo y le cedió la palabra a otro compañero. En ese mismo momento, Corina tuvo una visión. Finalmente distinta, original, única. El resto del día transcurrió con el mismo ritmo de los otros días. A la hora de la salida Corina se despidió de la misma manera, de los mismos amigos, en la misma escuela. Regresó a su casa por el mismo camino, a la misma hora, con el mismo andar despreocupado, a su misma casa, a la misma rutina. Saludó a su madre, quien estaba en la misma cocina, haciendo la misma comida. Entró a su cuarto, donde la observaban sus mismas cosas, su misma cama, su misma ropa. Se acercó al mismo espejo, y observó su rostro, era el mismo. Miro sus ojos, eran los mismos. Pero por un segundo tuvo una idea diferente. Escuchó el llamado de su madre, era el mismo que había estado escuchando por 18 años. -¡Ya voy, dame un segundo!- respondió. Corrió al cuarto de sus padres, ahí estaba en el mismo lugar. Regresó a su cuarto, el mismo donde había dormido las ultimas seis mil noches. Se volvió a ver al mismo espejo. Su rostro finalmente no era el mismo. Cerró los ojos y decidida jaló el gatillo. Finalmente dejaría de ser la misma.

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