Tareas y Tareas...

sábado, 23 de abril de 2011

Cuesta tanto decir si.
Mitad Escena Alta, mitad escena baja.


—Lo extrañas?— preguntó.
—Y como no hacerlo!— repuse.
—Bueno, quiero decir…—miró mi expresión e hizo una mueca— y si pudieras hacerlo regresar?...
—Daría todo por ello, por él, si eso es a lo que te refieres, incluso mi vida.
Pero me arrepentí de decir eso, porque al parecer con esas palabras había cruzado un limite. Se levantó y gritó:
—Pero sabes que no es posible, que pensar en eso es absurdo.
—Lo sé!— lo corté en seco.
—Porque el no va a volver NUNCA— completó, como si fuese necesario.
Me paré, sentada me sentía débil.
—Basta, me estas lastimando.
Cerré mis ojos porque sus movimientos eran bruscos y atrabancados, se agarró la cabeza y luego jaló de mi muñeca y quedamos a escasos centímetros.
—Mereces ser feliz— sentí su aliento en mi frente.
—Lo soy—, Me atrevía abrir los ojos pero los dejé clavados en el piso.
—Me refiero a cuando todos se van a casa, a cuando los recuerdos te invaden.
— Te tengo a ti para hacerme olvidar, eres mi alemán.
Besó mi frente y me recargué en su pecho.
— Se mi novia.
Tardé una fracción de segundo en comprender el significado de sus palabras.
—No lo arruines— supliqué alejándolo de un pequeño empujón y rodé mi pecho con mis brazos.
—Se lo que sientes por mi porque lo veo, me miras diferente.
—Ye he dicho que pares— grité.
—NO puedes estar en negación toda la vida— dijo furioso.
—Vete, vete ahora—ordené
—Bien— se dirigió a la puerta pasando a mi lado, casi rozándonos.—Pero el ya no existe— murmuró
—Ya me di cuenta de eso.
— Y no puedes hacer nada en contra— se fue dando un portazo.
Tomé la lámpara de mesita y la arrojé contra la entrada. Todo se quedó obscuro y caí al suelo.
—IDIOTA— grité— IDIOTA.

En cierto modo llorar no es malo… mientras dura. Pero tarde o temprano tienes que parar y entonces vienen los pensamientos mas crudos y reflexiones.

Nunca en toda nuestra larga amistad nos habíamos peleado de esa manera. Era duro pensar que no le importaba lo que yo sentía al tocar ese tema, Es que el lo sabía! Eso era lo que mas me hacía ruido en la cabeza. Jamás JAMAS! Hablábamos de ello. Porque había decidido hablar ahora? Que era lo que lo había impulsado? Dios sabrá, pero ahora me había despertado una pregunta totalmente absurda. Y si pudiera hacerlo regresar? Sabía que pensar en eso era… alarmante. Quizá había leído muchas novelas y visto mucha TV pero ahora empezaba a formular historias como hacer brujería y sacrificar a alguien para que el volviera y así me seguí mucho tiempo hasta que me di cuenta que todo lo que pensaba era un tanto… bueno muy satánico, sangriento y egoísta. El pensar en el siempre me llevaba a la conclusión de que nunca más volvería a tenerlo conmigo y al final me recriminaba el guardar aun la esperanza de que el volvería. No me molestaría verlo como Zombie, o como vampiro. Quizá muy dentro de mi sabía que necesitaba algún tipo de ayuda, pero los psiquiatras piensan que recordar las cosas y contarlas hace bien, yo pienso que hacer eso es peor que tirarte de un acantilado con una piedra amarrada al tobillo después de haber tomado arsénico y enterradote un cuchillo en el corazón; en conclusión: NO TERAPIAS.
Pero a pesar de que me costara admitirlo le daba por un lado la razón a Alain. El no era simplemente un amigo, era… pues era… él. Pero no me podía permitir querer a una persona al mismo grado que quise a Iván, si perdiera también a Alaín sería el fin de mi vida. Él era el que me mantenía cuerda. Claro que quería ser feliz, no a medias, si no completamente. Pero si tenia que arriesgar y luego perder mejor no arriesgaba y no perdía. De pronto en mi mente vi el rostro de mis padres, me veían con amor, pero también con desaprobación. Entonces mi madre dijo: El que no arriesga no gana. Me quedé petrificada luego después de lo que pareció una eternidad sequé mis lagrimas tomé mi celular y marqué su numero. Sonó cinco veces y luego contestó con dulce vos:

—Sabía que lo harías.
—La respuesta es si— dije con voz temblorosa.
Tocaron a la puerta. Me sonrió.
—Por un momento temí tener que quedarme en la camioneta toda la noche.



Migraña.
Personaje Prototipo.



Empezaba a sentirse mareado, las gotas de sudor corrían por su frente, su respiración entrecortada era un sonido lejano y de pronto vio a su siguiente obra de arte: Una chica sentada en la banquita del parque con un árbol junto, dándole sombra a su tez clara. Llevaba una bufanda roja y una blusa de manga larga. Mario tomó los materiales necesarios de dentó frente a la ventan de su casa y pintó, pintó, pintó. Sabía que debía darse prisa, pues en cualquier momento la chica se iría y la jaqueca también, pero ninguna lo hizo. El cielo obscureció, los niños se fueron, los perros buscaron un buen lugar para dormir y el policía había sido relevado.

Como todos los días Mario preparó café cuando terminó su cuadro. Era algo reconfortante saber que en un día había terminado un dibujo, pero sentía genuina curiosidad por la chica. Se paró de su silla ya sin migraña y asomó la cabeza a la calle. ¿Qué diablos esperaba aquella mujer? Sintiendo compasión por ella bajó de su departamento y se dirigió a su fuente de curiosidad.

Sin embargo no pudo dar un paso más, calló al piso y se quedó inconciente.

Estaba acostumbrado a despertar vendo un techo blanco con lámparas largas y tapado con sábanas azules y bata blanca.

—Buenas noches— saludó el doctor Vela.
—Buenas noches para usted también, Doc.
—Nos has sorprendido, Cadena, eso de desmayarse en plena calle…
—Oiga! Ya los extrañaba. Y ¿Cual es el diagnostico?
—Migraña severa— dijo un poco en automático el doctor—, pero— bajó un poco sus lentes y lo vio—, Hay algo nuevo.
Mario lo vio expectante
—Le ha sangrado la nariz— reveló con un dejo de inquietud.
—Vaya! si que lo es. Y me dio dos veces la migraña en el día.
Vela no contestó, estaba escribiendo.
—La señorita que le hizo el favor de llamarnos…
—Era blanca, delgada, con una bufanda roja? —interrumpió Cadena.
—Pues si, si era así— confirmó.
—Esa chica llevaba horas en el parque, la pinté hoy mientras mi cabeza…

La platica se cortó allí, mas bien la encontró Mario, no podía decirle al doctor lo que hacía cuando le daban sus capítulos, para lo fuerte que eran sus dolores era imposible hacer actividad alguna pero lo cierto era que Mario no era normal. Lo único que el podía hacer era pintar, como si estuviese poseído.




Mundo Perfecto. Personaje estereotipo.

Todo estaba listo en su mesita de noche, había veneno par ratas suficiente como para vaciar las atarjeas pero este no era su propósito: Cuando en el mar de la vida sientes que en lugar de ir flotando te ahogas entonces es momento de acabar con la tortura.
Luisa se preguntó cunando tiempo mas tararía en hacer efecto el veneno. El timbre sonó. Dudó en ir a atender ¿Qué más daba? Después de todo, fuese quien fuese, no se tardaría mas de un minuto en rechazarlo y aun en ese estado se le hacia descortés no abrir la puerta.
Se quedó helada, no daba crédito a lo que veían sus ojos. Era el, era Oswaldo! La persona que amaba con toda su alma, mas le había hecho mucho daño, estaba afuera de su casa. Todo empezó a dale vueltas ¿era por el veneno?
No dijeron nada, se quedaron viendo uno al otro. El empezó a murmurar palabras que ella solo escuchaba como un eco; Hace media hora habrían tenido sentido, en ese momento solo eran: error, espero, perdones, te amo. Ella hubiese querido formar una frase que le dijera que valía la pena ir a vomitar lo que ahora la estaba mando, Oyó lejanamente un golpe y sintió el piso frío en su mejilla. Oh, había sido ella. Todo pasaba lentamente soltó una cajita que apretaba en su mano. El se dejó caer en su pecho, podía escuchar los arrítmicos latidos del corazón de su amada que luchaba con mantenerla con vida.
El no tomó el teléfono, no llamó por ayuda, buscó por toda la casa algo que lo hiciera agonizar. No habñia nada solo cajas y cajas vacías de veneno, electrodomésticos, cuchillos y… ¿cuchillos! Tomó uno.
Dicen que cuan mueres ves tu vida pasar ente ti, pero Oswaldo solo veía el daño que había causado y recordaba las estupideces que había hecho.
Le había importado más el que dirían los demás de que anduviese con una chica Emo. La amaba pero… no, su conducta no tenía perdón. Si tan solo hubiese mandado al carajo todos los comentarios no estarían los dos en la línea de la vida y la muerte.
Mucha gente creé que al morir ves una luz blanca que se va acercando pero lo cierto era que Luisa solo veía una bola de cristal con una niña adentro: Era ella hace algunos años, donde cuando decías pidos todo se paraba, cuando las decisiones se tomaban con Zapatito blanco Zapatito azul. Era ella encerrada en su mundo perfecto.
Cómo le hubiese gustado ver a su amado junto de ella en aquella burbuja. Tal vez fue porque era su mundo, tal vez no, pero cuando volvió a girar el juguete para ver los copos de nieve caer sobre sus hombros una voz profunda proveniente detrás de ella le susurró: Tal ves esto no te sirva de nada, pero quiero que sepas que siento haberte lastimado, no quiero justificarme pero no crecí en una familia con amor, ¿Cómo podía dártelo si no sabía que era? Con el tiempo me lo enseñaste y no lo supe valorar.
La pequeña volteó a ver a su amado, el pequeño volvió hacia su amada, sus mundos estaban entrelazaos el uno era el mucho perfecto del otro, podían quedarse allí eternidades, pero sonó un pitido penetrante, ensordecedor que perforó y destruyó los cristales.
—Esta viva— gritó alguien.
—Se nos ha ido— Dijo otro en un murmullo, pero Oswaldo ya no los escuchaba, estaba muy ocupado siguiendo una luz blanca.


Personaje contra si mismo. Lobo


Ya empezaban a correr rumores de que algo allí afuera estaba matando gente, por su puesto no era yo, yo no sería capaz de matar ni a una mosca… bueno a una mosca si, saben a poyo, y tal ves también a un par de ciervos, gatos… pero nunca a personas, después de todo yo era la mitad de una ¿no?. Seguido iban muchos policías al bosque en busca de lo que fuese que estuviese matando gente. A mi me parecía algo estúpido porque ni con 100 pistolas podrían acabar con aquellos tres vampiros y solo terminarían en la lista de desaparecidos.

También había gente necia que pensaba que todo este royo de los asesinatos era invención de el gobierno para mantener al pueblo asustado, y claro que podía ser una opción, porque ese tipo de cosas si suceden, pero cuando ya son demasiados asesinatos y de gente que conoces empiezas a dudar si solo es argüende o si en verdad está ocurriendo todo eso. Una chica de mi salón, por ejemplo seguía cruzando el bosque todos los días pero salía con vida, es más ni siquiera se acercaban a olfatear su aroma. Pero cierto día al cruzar, entre los árboles, se hallaban esas criaturas espantosas, estaban a punto de chupar su sangre cuando corrí frente a ella, yo la conocía y no iba a dejar que la hirieran y mucho menos la lapidaran. Ella dio un grito de terror y corrió de regreso, yo la seguí, pues los vampiros iban de tras de ella. Quería decirle que no le haría daño, pero solo en mi forma humana podía hablar. Al fin se vio el claro del bosque y ella salió. Me inundó un terrible coraje contra esos malditos chupasangre pero luego pensé, si ella dice algo sobre que vio un lobo…

Y mis temores al día siguiente se cumplieron — ¡era enorme!— decía. —Si, ya me tomaron declaración, van a tomar cartas en el asunto—.

La hubieses dejado morir, me decía mi diablito; pero te hubieses sentido culpable, me consolaba mi ángel. En clase de Geometría un impulso me hizo decirle hola y luego me lo reproché profundamente. Quizá si ella, si Denisse viera que no era malo… todo esto pasaría a la historia. Sin embargo, con lo ocurrido el día anterior, era obvio que no volvería a pasar por el bosque ¿Cómo encararla? Derrotado, descansando debajo de un árbol y pensando en las musarañas fue cuando vi una silueta pequeña al finalizar el sendero, más allá del claro. Claro, ella tenía que pasar por el claro para ir a casa, aunque no cruzara el bosque yo podría interponerme en su camino, después de todo casi nadie se atrevía a pasar por él sin compañía y ahora estaba completamente desierto. Me acerqué sigilosamente y con las orejas gachas. Era una linda chica, de pronto me di cuenta del por que la había salvado, allí en medio de la inmensidad, parecía tan pequeña, tan desprotegida… Dí unos pasos atrás pero pisé una hoja y ella se volvió, quedó como petrificada y calló al suelo. Maldita sea, ¿y ahora que iba a hacer con una pequeña desmallada? Sin otra opción la subí a mi lomo y corrí a casa. Era tan bella…

Cuando despertó yo ya estaba en mi forma humana, como me conocía, como Alex. Le expliqué que yo la había encontrado en el bosque tirada. Ella agradecida me abrasó. Le ofrecí llevarla a casa, bueno en realidad sonó cómo una orden. Por desgracia teníamos que pasar a fuerza por el claro del bosque. Lo hicimos sigilosamente, pero de un instante a otro nos vimos rodeados por los vampiros. No hablaron, no dijeron nada, solo se abalanzaron contra ella. Me convertí y los arrimé a mordidas. Sin embargo eran 3 y yo 1 así que dos de ellos clavaron sus colmillos en mí. Ya no podía hacer nada. Ella tirada en el piso junto a mi, susurró gracias. Después cerré los ojos y dejé que la muerte viniera por mí. Lastima que no pude salvarla.

2 comentarios:

Talìa Race dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Talìa Race dijo...

Pasaba por aquì, sòlo para decirte que escribes muy padre...
Me ha gustado tu narraciòn.
Muchos saludos

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