TAREA 18. ESCRIBIR UN CUENTO EN UNA CUARTILLA. ( CON ESCENAS ALTAS Y
CON ESCENAS BAJAS.)
Mis tres amigos y yo, al finalizar la aventura de cazar lagartijas en el río, regresamos felices; pero sintiéndonos asesinos por la masacre de animalitos indefensos, que nos imaginábamos ¡eran saurios enormes y de aspecto pavoroso! Estábamos seguros de que nadie nos castigaría por matarlos, pues sólo practicábamos un deporte con las resorteras y las piedras. Esa tarde al despedirnos les dije: –No olviden que hoy a las cinco tenemos reunión secreta en la azotea de mi casa, para planear donde iremos de cacería –todos estuvieron de acuerdo-. Y nos retiramos.
A la hora indicada, subimos uno a uno, por la frágil escalera hasta la azotea. Cuando ya estábamos arriba, buscamos entre los escombros un lugar donde sentarnos. Entonces lo vimos, yo enmudecí, nadie gritó; pero se asustaron. Quise pedir ayuda a mis padres y no pude, las piernas me temblaban. Los ojos del animal estaban fijos en mí, él me miraba. El corazón me latía tan fuerte que empecé a escucharlo, parecía el sonido de un tambor. Aún traía la resortera y una piedra en la bolsa de mi pantalón, pero mi mortal arma, ahora sólo daba risa. ¡El animalote se movió! Quise correr, miré hacia atrás y fue en ese momento cuando me di cuenta de que estaba solo, mis amigos seguramente al verlo, huyeron. Me sentí el más cobarde, cuando el animal no se movía y yo sudando, tampoco. Estábamos mudos, observándonos el uno al otro. Esa mirada fija me decía: “asesino” y al mover su mandíbula pensaba “ahora te toca a ti, ¡muévete y sabrás lo que es morir destrozado!” Yo me sentí clavado en el piso. Esto no es verdad me dije, no puede serlo, estoy soñando, me pellizqué y eso dolió. Un sudor frío mojó mi cuerpo, y pensé: “mide cerca de un metro, sé que su cola me alcanzará si me muevo. Es tan rápido que girará sobre sí mismo y me golpeará para después destruirme con sus mandíbulas”. Me imaginé lleno de sangre y a él tragando a pedazos mi cuerpo. Es mi castigo pensé y me sentí impotente por no poder huir. La angustia y el horror me paralizaron. Fue entonces cuando escuché el ruido de una sirena, creí estar muerto y me oriné. Luego vi que le lanzaron una red y me desmayé. Al recobrar el conocimiento, mis amigos me platicaron que los bomberos bajaron un caimán de la azotea de mi casa. Por la noche escuchamos en el radio y en la tele, la noticia de que inexplicablemente se había encontrado un caimán, en la azotea de una casa. Este gran susto frente a un animal que podía haberme matado, me hizo pensar en el mal que hacíamos mis amigos y yo, al destrozarles la cabeza a las indefensas lagartijas. Mi arrepentimiento fue tal que desde ese día mi vida cambió, enterré los animalitos y destrocé mi resortera. -No más planes de aventuras en el río -les dije a ellos-. Ahora sólo haremos juntos las tareas de la escuela. ( Irma Judith Camacho Cortés.)
Tarea del Lunes 11 de Abril 2011.
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1 comentario:
Este me ha gustado mucho...
Por cierto soy Perfida
Un saludo coleguita
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