La tarde comenzaba a caer en aquella colonia marginada alejada de los designios de dios, donde la ley que predominaba era la de ojo por ojo y diente por diente, el sol ya se ocultaba entre la grandeza de esas montañas de la sierra, los habitantes de aquella colonia la mayorìa delincuentes, drogadictos, gente dedicada a la venta de marihuana y coca al menudeo y de prostitutas veian con agrado como ese dìa, lunes se iba extingiendo.
Las calles sin pavimentar eran un asco, varios terrenos baldìos estaban llenos de basura, la mùsica colombiana se escuchaba en varias casuchas muchas de ellas de cartòn o de block mal colocados y sin repellar.
Un muro plagado de grafiti y hediondo por los orines de los que gustaban de reunirse ahì, daba protecciòn al "rotoplas", un tipo negro, alto y gordo que gustaba del thiner y en general de cualquier tipo de solvente asì como de la marihuana, se hallaba fumando un carrujo en cuclillas cuidando de cortarse con los vidrios de las botellas de tecate que estaban esparcidos por todos lados, en ese momento llegaba el "chetos", un raterillo de poca monta.
- Que onda loco, que pex- dijo a manera de saludo el "rotoplas".
- Nariz ese.
- ¿Supiste lo que nos pasò el sabadaba?
- Simona la cacariza.
- Hijos de su pinche madre, no se la van a acabar- dijo al tiempo que aspiraba profundamente el humo de su bacha- neta.
- Pos no'mas dì y les caemos, ñero.
- Pu's a güevo, esto no se va a quedar asì, los putos nos agandallaron gachote- dijo al tiempo que se sobaba la cabeza donde se notaba un parche mal pegado.
- Pu's vamos a partirles su mandarina ese- decìa el "chetos" mientras de su ropa extraìa una navaja que levantò en todo lo alto con su mano derecha-pa' enseñarles que no nos culeamos.
- Deja que pase un ratòn, pa' caerles como ellos, a la pinche malagueña.
- Es mejor en fa, pa que aguantar.
- Tù tranquis, va a estar chido cuando les caigamos.
- ¿Y porque fuè el pedo?
- No'mbre quesque porque traìamos un guato de mota.
- ¿Y si la taìan?
- No seas guey, si estabamos en el chante del "tabano", hasta su jefita ahì estaba.
- ¿Ton'ces entraron asì no'mas a la brava?
- Simòn ese, pinches putos, quesque era un operativo.
- Operativo mis guevos, y ¿a todos basculearon?
- Is, pero neta que se los va a cargar su puta madre, nos dieron baje con todo lo que portàbamos y hasta las pinches quiguas se llevaron.
- ¡Pinches vatos culos!
- No'mas porque traen una pinche charola se sienten muy acà, pero a mì me la pelan, vas a ver.
- Lica ese, ahì va el "perro".
- Simòn ya esta de acuerdo, nos vamos a juntar todos y vamos a armar un pedote marca chinga tu madre.
- Ta' bueno.
- Y chingue su madre el que se raje, vamos a despedorrar cuanto tira se nos ponga en el camino.
- Simòn ese, ya rugiste.
- Pinches polis hijos de su pinche madre.
- Rola un toque ñeris- dijo el "chetos" saboreando de antemano el el pegue que le iba a dar al carrujo de marihuana.- pa' estar igual o ¿no?
- Ai'ta pongase chido mi "chetos"
- Pica ese, ahì va la "pelos".
- Simòn, aguacha.
Corriò trastabillando por los efectos de la mota hasta alcanzar a una muchachita que, debido a la mala alimentaciòn lucìa como si tuviera unos 14 años, pero era la desnitriciòn la que hacìa que se viera asì.
- Que once mamacita- dijo el "rotoplas" asumiendo una pose de don Juan que no le quedaba- cuando nos comemos eso.
- Ya vas a empezar a chingar ¿otra vez?
- Neta que por tì soy capaz de todo, hasta de mamartela chiquiiita.
- ¿Si guey?, Pu's ve y mamasela primero a tu madre. ¡puto!
- Chale esa, que poco aguantas.
Sergio Cuateco B.
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