TAREA DEL 9 DE MARZO DE 2009
TALLER DE NOVELA I MAESTRO GERARDO OVIEDO
PARTICIPANTE: ISAIAS NORIEGA
CUENTO EN 1ª PERSONA
Variante del 1º Tipo de Conflicto (El hombre frente a la naturaleza)
Una aventura interesante que tuve, fue cuando me enfrente al reto de subir al Popocatepetl. Me invitaron unos compañeros en el mes de noviembre y al mismo tiempo me dieron una lista de lo que necesitaba llevar: botas, pasamontañas, guantes, linterna, chamarra y me prestaron un piolet y crampones para la nieve.
Después de medio dormir en el albergue, nos levantamos a las tres de la mañana para iniciar el ascenso. El paisaje era mágico, un cielo estrellado y la falda del volcán a lo lejos la veía iluminada por pequeñas luces esparcidas que correspondían a las linternas de unos ochenta excursionistas que ya habían empezado a subir antes que nosotros.
Cada quien inicio el ascenso a su manera, ya sea solos o en parejas. Para mí era la primera vez que trataba de subir una montaña y no tenía la menor idea de las dificultades a enfrentar. Después de caminar no más de veinte metros por una cuesta arenosa sentí que el corazón se me iba a salir por la boca por el esfuerzo realizado y me detuve inmediatamente. Me sentí sumamente desanimado y pensaba: ¡Y esto es sólo el principio! Por lo que tuve que cambiar de estrategia a dar cinco o seis pasos cuando mucho y descansar unos momentos para dar tiempo al corazón de que se tranquilizara. . Había tramos muy penosos en que después de dar tres pasos, se retrocedían dos por la arena. Pero pude continuar hasta la parte en que se termina el terreno rocoso y empieza la nieve.
Para esto eran como las seis de la mañana y tomamos un descanso, Me amarré los crampones en las botas como pude, cosa que es difícil, y me dirigí a la nieve.
Estaba muy emocionado, ya que el paisaje del amanecer era imponente. Veía los barrancos y bosques allá abajo y lejos. Me sentía físicamente bien aunque siempre consciente de los riesgos que pueden surgir. Me encontraba a la mitad de la cuesta cubierta de nieve y sólo me faltaban como cien metros para alcanzar el cráter, cuando de repente siento que los crampones se me aflojan y dudo en dar un paso más; si me resbalaba hubiera sido catastrófico. Ya no pensaba en continuar sino como bajar en forma segura, afortunadamente llegan a mí dos jóvenes que venían descendiendo y les solicito encarecidamente que me ayuden a colocarme los crampones. Uno de ellos clava el piolet en la nieve para detenerse y me amarra los crampones en la bota de la pierna derecha. Traté de fijarme como lo hizo y para no detenerlos me dio pena que me amarraran los de la otra bota y les dí las gracias. Me desaté los de la pierna izquierda ya que no pude amarrarlos y probé que tan seguro sería continuar sólo con los de la pierna derecha. Estaba indeciso pero probé dar unos pasos, sintiendo una frágil seguridad ; por un lado me atraía el deseo da alcanzar la cima y por otro sentía miedo de desbarrancarme en un desfiladero que me daba vértigo. Así que después de unos momentos de reflexión, sopesando mi ambición y la prudencia. opté por renunciar a la conquista de la cima. En ese momento estaba seguro de que había tomado la decisión correcta, pero días después pensé que no, pues sabía que me faltó audacia.
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