—Ya se lo había dicho, no entiendo que parte de “no”, no entendió.
—Pues muy sencillo, repíteselo sílaba por sílaba para que le quede más claro y no tenga dudas. —Mientras encendía un Marlboro—.
—Oye, aquí ya no se permite fumar. Además, no habías dejado el vicio que porque te hacía daño. —Mirándola en tono desafiante—. ¿Qué, no era tu propósito de año nuevo? O ya se te olvidó…
—Por supuesto que no lo he olvidado, pero entre la pinche presión de la chamba, mi marido desempleado que se la pasa jodiendo con lo mismo, ya estoy hasta la madre y el cigarro me aliviana. —Y le pegó otro jalón al cigarrillo—.
—¿Y hora? Qué onda, por qué andan tan serios. ¿Quién se murió? ¡O qué! Van a un velorio…—Entrando a la oficina, sin tocar la puerta—.
—Oye, si quiera toca la puerta, anúnciate. No ves que estoy tratando un asunto delicado.
—Qué delicado, ni que mis huevos. —Llevándose las dos manos a sus genitales—. Se me hace que te le estabas insinuando a Lucrecia.
—De eso precisamente te quería hablar. —Levantándose de su sillón se acercó y en tono sarcástico le dijo—. Qué parte de “no”, no te quedó clara ayer. Te dije que dejaras de joder a Gaby.
—De qué me hablas. Ni me he acercado a Gaby, ni le hablo desde que se puso tan mamona, no me jodas.
—Pues creo que te falla la memoria, porque precisamente esta mañana Gaby habló con Lucrecia para quejarse de ti y de tu actitud. Anda Lucre, dile lo que te comentó.
—Pues no hay nada de nuevo, lo mismo de siempre; que te la pasas insinuándole una bola de ondas y que aunque suena a broma dice que “de en broma en broma la verdad se asoma” y ya está hasta el “gorrión”. —Y con un tono de verdadero enojo añadió—. Mira Ramón, ya párale a tu carro, deja de estarla chingando porque a la siguiente yo me encargo de que te “pongan de patitas en la calle”.
—¡Uy que miedo! —Y en tono burlón hizo temblar sus manos—. Y qué, me vas a correr tu. ¿Quién te crees que eres? La dueña o qué, a mi, ve la vienes guanga.
—No sé si lo sabías, pero soy tu supervisora y de Gaby también y entre tu y ella, mil veces me quedo con ella. Gaby da resultados y tu andas en la pendeja. Así es que mejor alinéate y ponte a chambear. —Y apagó su Marlboro—.
—¡Mira Lucrecia! A mi no me amenazas. —Con su dedo índice hizo un no—. Tu no tienes la autoridad ni siquiera para sugerir que me corran.
—Ramón, ya bájale, te estás pasando de la raya. Para que lo sepas, hoy te iba yo a correr, pero Lucre me pidió un último chance para ti… se lo concedí por buena onda. Aunque con tu actitud prepotente me podría retractar. Así es que déjate de niñadas y ponte a chambear. ¡Ah! y por última vez; deja de joder a Gaby. —Al momento que le abría la puerta y lo sacaba de su oficina—.
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