Última esperanza
Camino a Monte Carlo pensaba en cuál sería mi destino, hoy hace tres meses que salgo de mi casa pretendiendo ir a trabajarla tierra, esa que habíamos perdido en la expropiación y que por cuestiones de salud había ocultado a mi esposa.
–La cosecha se nos echó a perder –dije justificando el por qué no habíamos recibido el último pago.
–No te preocupes, ya en seis meses recibimos el otro, mientras podremos vivir e los ahorros. Pero no habría próxima, todo estaba perdido, ni tierras, ni trabajo, ni dinero, ni ahorros, nada, lo que teníamos apenas alcanzaría para comer una semana más.
Iba a Monte Carlo a gastar la última esperanza que podía haber en mi. Ramón dijo que no fuera.
–Nada hay de real en esas apuestas, todo es en beneficio de los que las organizan.
–Ya no me queda nada, es mi última esperanza.
Llegué a Monte Carlo pasadas las tres, justo cuando comenzaban las apuestas apenas reunia el premio para la apuesta del premio grande. Aposté todo y me senté a esperar,
Una pelea tras otra sin pena ni gloria, todo podía cambiar de un momento a otro y verme en la tuina completa ya sin esperanzas, sin vida.
Gané, sí gané todo, tendría dinero para vivir cómodo con Elena lo que nos quedaba de vida. Me entregaron el certificado para recoger el dinero al otro día, todo era perfecto.
Llegué a casa y Elena no estaba, abrí el papel, todo parecía normal, excepto una cosa. La última clausula en letras diminutas como suele ser, se leía: el premio sólo podrá ser cobrado después del suicidio de quien lo gane.
Así fue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario