sábado, 21 de febrero de 2009

HISTORIA

Con seguridad fue una mañana fría,
lo recuerdo con claridad diáfana,
aquel primer encuentro, atravesaron palabras,
transitaron miradas, desfilaron pensamientos.

Viajamos al fondo del sendero
a cargar con la cultura que seguro
ambos ansiábamos para nuestro futuro
y con ella luchar con la vida, ya deporsí duro

Creo yo, ambos vagamos con el pensamiento
ocupado en ambos, tú en mí y yo en ti,
quién hubiera podido decir... Sólo Dios,
que todo lo conoce. Cuanto amor.

Cuanto, cuanto, cuanto cariño
prodigado sobre las personas de ambos,
aquél café primerizo que se quedó a medias,
aquella huida inaugural y mi desconcierto.

Luego... el destino nos había
preparado más coincidencias; las amigas,
las faenas, las escuelas, no sabía
cuanta empatía desplegarían mis manos.

Luego los iniciales y falaces sollozos,
cuando descubrí que eras: la niña, madre, mujer,
la niña amiga, compañera y con sabor,
la madre protectora, guía y pilar de sostén,
y la mujer amante, bella, ardiente, de entrega total.

Antes o después inició un día con número trece,
con un mes de escorpión y de categoría once,
en año de Dios de cifras sumadas nueve,
cuantas fechas, cuantos números, cuantos besos.

La primera navidad juntos y lejos también,
como fueron todas casi todas entre nosotros, y dio
nadir algo tan nuevo para ambos,
tenernos, comernos, estudiarnos, caminarnos.

Compartimos todo, las monedas, los cuerpos,
nos convidamos las lágrimas, los sudores,
participamos del pan y la sal, el trabajo, los celos,
nos dimos lo que teníamos, tú, todo el amor,

yo todo el vacío que hasta la fecha
me aplasta con su enorme peso,
tu, todo el afecto, el calor...
yo, todo el frío que aun hela mi el alma.

Así continuó nuestra historia que no terminó,
¿Cómo había de concluir?
con ese fragmento de mi ser gestando dentro de ti,
y su propia lucha por vivir, por parido ser.

Han pasado los segundos, han ocurrido los minutos,
han sucedido las horas, han sobrevenido los días,
han cumplido los meses, han acaecido los años,
llego un lustro y más.

Y mi corazón, mi cuerpo y mi alma
reclama sin ton ni son:

Tu calor de mujer,
tu protección de madre,
tu compañía de amiga,
tu fortaleza puntal.

Que bueno para mi hijo, su madre en ti tener,
que bendición para mi hijo, su guía en ti seguir,
que hermoso para mi hijo, su leche en ti comer,
que buena y hermosa bendición para ustedes
juntos seguir.


Carlos López Carmen

17 de diciembre de 2003
11:13 AM.

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