-¿Bueno? ¿Compadre? Soy yo de nuevo, la esposa de Arturo. No se a quien más recurrir, ¡todos nos niegan!
-¡Ya nos echaron de la casa! Sí, fueron los del Banco.
-No, el está en la calle con nosotros, ahorita lo cuidan el niño y la niña más grande, a la pequeña la deje con una vecina. Tuvimos que envolver el cuerpo en un edredón, en el que le regalaste a mi hijo en su cumpleaños. Sí, el de “Los Supercampeones”.
-¡Por favor ayúdanos! Otra vecina dice que se apesta más rápido por su sobrepeso, está hinchadísimo, parece que va a explotar.
-Sí, ya te lo dije, fue ayer en la comida, nomás vimos que hizo unas muecas, los niños se rieron, y luego su cara cayó sobre la pizza caliente.
-¿Perdón? No, el certificado de defunción lo hizo un vecino que es médico, él fue quien nos dijo que el infarto fue fulminante.
-No, no le hablamos a la Cruz Roja porque antier nos cortaron el teléfono.
-Sí, ya me dijiste que lo del seguro tarda tres días, y que como murió en domingo los trámites se complican.
-Entiendo que por parte del Sindicato haces todo lo que puedes, pero la ayuda te la pido a ti, con lo que puedas.
-Sé lo del “error de diciembre”, lo han repetido tantas veces en la televisión que nomás veía como le cambiaba la cara a Arturo cada que escuchaba de eso.
-Sí, ya sé que lo salvaste de varios recortes de personal en la empresa, pero créeme que estoy desesperada. ¡No se qué hacer!
-No, no nos dejó nada, nunca ahorró, tú lo conocías muy bien, el coche lo embargaron la semana pasada y las tarjetas de crédito están saturadas, todavía debemos las vacaciones del año pasado.
-Dame razón, no seas malo, ya se me terminaron las monedas. ¡Ayúdame!...
-¿Bueno? ¿Bueno? ¡Mugre teléfono!
-Oiga, disculpe, ¿me puede regalar una moneda?
-No, no se preocupe, gracias de todos modos.
-¡Pinche devaluación! ¡Maldito país!
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