La temperatura oscilaba entre los cuarenta y los cuarenta y tres grados centígrados, realmente era un infierno, los cofres de las trokas eran capaces de freir un huevo. solo algun maniaco se atreveria a caminar por ese lugar, era el km 120 de la carretera Matehuala-Saltillo, el paraje lucía desolado, cactus por doquier ademas de montes áridos era todo lo que se podia apreciar, a lontananza un remolino se iba perdiendo despues de hacer una polvareda, eran las dos de la tarde y en las pocas casas que había no se apreciaba movimiento alguno. parecía un pueblo fantasma, en un muro de lo que era la oficina de conservación de carreteras federales una lajartija se atrevía a buscar algo que la mantenía con las ojos a la espectativa, en el interior, el ingeniero Rosas residente de ese tramo y cuyo lugar era conocido como "la leona" no podia concentrarse en los documentos que tenia sobre su escritorio, de rato en rato bostezaba, libraba una lucha titánica para que los parpados no se le cerraran, el clima no enfriaba lo suficiente y eso lo tenia realmente enfadado, desde hacía quince dias que lo habia reportado a la oficina central en Monterrey y era la hora que todavia nadie iba a repararlo.
-¡Carajo Miriam!, ¿no has hablado para que vengan a reparar esta madre?- levantó la voz con coraje al tiempo que daba un puñetazo al escritorio.
-Ya lo hice ingeniero, pero no hacen caso- respondio timidamente la secretaria-¿quire que lo vuelva a intentar?
El ingeniero Rosas ya no le contesto, opto por tomar un sorbo de agua del termo que tenia a su lado y tras saciar su sed lo doposito a un lado e interiormente lanzó una maldicion.
En esa época del año odiaba su trabajo pero en cuanto el verano pasaba la alegria y el gusto por su jale volvía a su espíritu, tenia que estar toda la semana ahí , en el campamento y el viernes por la tarde partía a Monterrey donde vivía con su familia.
Cuando se empezaba a ocultar el sol, solian reunirse todos los compañeros asignados a ese tramo y era cuando verdaderamente disfrutaban del atardecer platicando y contando anecdotas acompañados de unas tecates bien heladas, sentados al rededor de una fogata asaban carne y escuchaban música regularmente hasta altas horas de la noche. El cielo estrellado era una maravilla que dios les regalaba.
La soledad que reinaba por las noches los hacía meditar y tener al mismo tiempo malos pensamientos que eran rotos cuando escuchaban ruidos provenientes de los corrales vecinos donde encerraban a una gran cantidad de chivos, pero al paso del tiempo habian terminanado por acostrumbrarse y ya no les molestaba.
¡Cuantas horas en vela!, deseando tener a su lado el cuerpo desnudo de alguna mujer, muchas veces el deseo era tal que terminaban haciendose una puñeta.
En las veladas que tenian con frecuencia y mas cuando tenian visita, estos asombrados les preguntaban que como podian sobrevivir en aquellos parajes alejados de la civilización pero sobre todo sin mujeres y estos en broma les contestaban que para eso estaban las chivitas del corral, generalmente la contestación provocaba sonoras carcajadas.
En cierta ocación llego el ingeniero Alvarez, subjefe de la residencia de conservación del estado de Nuevo León a una inspección de rutina y conocedor de la fama que tenian los residentes de "la leona", le pregunto a su colega el ingeniero Rosas.
- Que pues inge, ¿que hay de cierto de lo que se rumora?
-¿De que inge?
-Pues de eso, de que se chingan a las chivas.
-¿Quien dice semejante mamada?
-Pues todos los que pasan por aca- dijo tratando de ocultar una risita maliciosa.
-No'mbre no te creas, es puro pedo.
-Entonces porque todos afirman que se cogen a las chivas.
-Que haces caso- y tomandolo del brazo le dijo en tono confidencial- Bueno, mirapuedes hacer lo que quieras perto a la pintita "oy" bien la pintita no la putita, esa que ves ahi- y señalando con el dedo índice a una que sobresalia de entre todas, la mas bonita por cierto, le espeta-¡pues esa mi cabron me la respetas.
Las carcajadas no se hicieron esperar y todos los presentes continuaron la velada muy a gusto.
Paso el tiempo y un dia el residente fue acompañado de otros camaradas al congal "el rivas" , este se llevó a la pinta con el de broma y al entrar y descubrir a Gaviota, una de las bailarinas con la que andaba, por cierto muy bonita exclamó:
- Mira mi amor, esta es la vaca con la que me quiero casar, ¿como ves?
- No manches papito, esa no es una vaca es una chiva.
-Ya sé, pero no estoy hablando contigo, estoy hablando con ella.
- ¡Vete muchisimo a la mierda!
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