Capitulo 5: De Regreso a la Realidad
Camil despertó en un lugar desconocido. Ella estaba a punto de aterrarse cuando sintió en su cintura un fuerte abrazo que la trajo a la realidad. No podía creerlo, acababa de dormir con el príncipe de Japón. Él la sostenía cerca en un abrazo apretado mientras dormían. Ella podía sentir su respiración caliente acariciar la parte posterior de su cuello, se sentía como si estuviera en el cielo entonces recordó la realidad de su situación.
–¿Qué demonios estoy haciendo aquí? –ella pensó–. Él no me ama, incluso no me conoce, no la verdadera yo. Tengo que irme. Tengo un trabajo que hacer. ¡Además él es un príncipe y yo soy solo... solo una ladrona, nada más! ¡Debo salir de aquí! –y con ese pensamiento Camil se separó cuidadosamente del príncipe durmiente y buscó su ropa. Rápidamente bajó los muchos pasillos del palacio al mismo tiempo se iba vistiendo. Mientras iba caminando vio algo destellar. Había una puerta levemente abierta. Ella con curiosidad la abrió de par en par. –¡Bien! –dijo en voz alta pero para ella misma. Allí estaba el dragón de Shin apenas en un estante que estaba abierto. Ningún guardia, suponía que ninguna alarma, justo allí–. Va a ser más fácil de lo que pensé –estaba apunto de entrar y tomarlo cuando oyó a alguien llamarla por su nombre.
–Señora Camil –gritó Jomei a lo lejos en el pasillo mientras que se acercaba. Camil maldijo mentalmente su intromisión.
–Sí Jomei –ella dijo dulce.
–Has visto a mi príncipe, ya es tarde para su reunión –dijo él preocupado.
–Él, está en su habitación dormido. Él tuvo una larga noche. Muy larga... –dijo con una risita Camil.
–Ustedes deben haber estado hablando toda la noche. Yayitsu puede llegar a ser una verdadera caja de charla cuando se lo propone –dijo él con una sonrisa.
Camil lo miraba desconcertada.
–Si Jomei lo es –era todo lo que podía decir.
–Bien mejor lo voy a despertar antes de que lo haga su padre –y con eso el guerrero dejó a Camil parada allí confundida totalmente.
–Una cosa es segura, no es la manzana más madura del árbol –pensó Camil–. No entiendo como le gusta a Ana –decidió no tentar su suerte otra vez e ir por el dragón más adelante en la noche.
Jomei entró al cuarto del príncipe en el que incluso golpeó primero la puerta. Él se fue sobre el príncipe durmiente y comenzó a intentar despertarlo.
–Príncipe Yayitsu tienes que levantarte, tu padre y el líder de la alianza del norte te están esperando –indicó Jomei intentando despertar al príncipe. Yayitsu acababa de decir algo incoherente y rodó sobre la cama. Jomei decidió que necesitaba una acción más drástica y lo tomó y sacudió fuertemente. Yayitsu abrió lentamente los ojos esperando ser saludado por la diosa encantadora con la que había pasado la noche pero por el contrario otra persona lo saludó.
–¡AH! ¡QUE DEMONIOS ESTÁS HACIENDO TÚ AQUÍ JOMEI! –dijo un príncipe muy enojado.
–¡Hey! ¡Intentaba despertarte! Tu padre y el líder de la alianza del norte te están esperando y tú estás seriamente retrasado.
Yayitsu intentaba calmar su corazón que latía con fuerza después de que la primera cosa que vio por la mañana era Jomei.
–¿Dónde está Camil? –preguntó Yayitsu.
–OH, la vi caminando más allá de tu estudio. Ella fue quien me dijo que aun dormías.
–OH –fue la única repuesta de Yayitsu.
–Bien, ¿vas a levantarte? Sabes que tu padre odia esperar.
–Al carajo mi padre él puede esperar, deseo ver a Camil primero.
–Solo que tu padre...
–No me importa, mi padre puede esperar.
–Debe ser algo de la plática que tuvieron ayer por la noche.
–¿Plática?. ¡De que rayos hablas Jomei! No tiene ningún sentido –el guerrero puso su mano detrás de la cabeza y sonrió no entendiendo lo que pasaba.
–Y ¿dónde demonios has estado toda la noche? –gritó Ana a su amiga.
–De trabajo –contestó Camil.
–Si claro, así que... ¿cómo estuvo? –preguntó con una enorme mueca en la cara.
–No sé de lo que estás hablando. No es como si hubiera tomada como placer personal el tener que hacerlo con él ¡él es el príncipe de Japón por dios! –gritó Camil.
–El príncipe sí, de Japón sí y todo lo que quieras, solamente voy a preguntarte esto una vez más. ¡CÓMO ESTUVO ÉL! –Camil no podía analizar que cosa responder.
–Ana... asombroso, simplemente asombroso –Ana comenzó a reí como una niña y sentó al lado de Camil–. Él era como un dios, como si conociera cada pulgada de mi cuerpo y todos los lugares correctos donde tocarlo. Nunca había estado con un hombre pero no creo que ninguno pueda hacer cualquier cosa para superarlo. Él estaba pues, tan... –los golpes en la puerta interrumpieron sus pensamientos y el objeto de su deseo entró en el cuarto–. Yayitsu –dijo en voz alta–. ¿Qué es lo que haces aquí?
–Mujer estoy aquí para hablar contigo. ¡Te fuiste antes de que estuviera despierto! –él dijo mientras miraba profundamente sus ojos de zafiro. Camil se ruborizó al recordar las cosas que hicieron la noche anterior y notó que Ana y Jomei estaban en el cuarto con enormes muecas de asombro.
–¿Ana no ibas a la cocina por algo de comer? –dijo Camil indicándole a su amiga que se fuera.
–No, no tengo hambre –contestó Ana hasta que vio un fulgor mortal de Camil.
–¡Espera siento un poco de hambre! Oye Jomei ¿quieres ir por algo de comer? –Jomei que jamás se negaba a comer aceptó rápidamente dejando solos a Yayitsu y a Camil.
–¿Por qué te fuiste antes de que me despertara? –preguntó él tímidamente.
–Es que no deseaba despertarte –fue la única contestación que pudo darle.
–Mujer ¿lamentas lo que hicimos ayer por la noche? –preguntó con preocupación en su voz.
–No Yayitsu, de ninguna manera podría lamentar lo de anoche. Fue asombroso, tú... fue asombroso -. Camil sentía ruborizarse como una colegiala y dirigió rápidamente la mirada a otra parte. Entonces él sonrió con orgullo.
Jomei y Ana iban caminando a la cocina cuando notó que el emperador iba con alguien que nunca había visto antes.
–¿Quiénes son esos Jomei? Los hombres que van con el emperador –preguntó Ana.
–El hombre de la cicatriz en la cara es el líder de la alianza del norte Arai Hajuseki. Al lado de él esta el general del ejercito Ooka y el otro que viene entrando es el General Leduc vino como representante de la corona en Francia. He oído que es muy hábil con la espada, pero Ana me sorprende que no reconocieras a Leduc; me dijeron que él y la señora Camil eran muy cercanos –preguntó confundido Jomei.
–Si es que con el kimono no lo reconocí. Mira Jomei ya no tengo hambre ve sin mí a la cocina necesito hablar con mi señora, adiós –Ana se alejó dejando totalmente confundido a Jomei.
Camil y Yayitsu fueron encontrados dándose un apasionado beso cuando Ana entró sin tocar la puerta.
–Discúlpeme príncipe Yayitsu pero necesito hablar con mi señora –dijo cuando entró al cuarto.
Yayitsu y Camil estaban rojos como manzanas por ser atrapados durante su exhibición de afecto.
–¡Ana! –gritó Camil trastornada por la irrupción que había hecho su amiga.
–No interrumpiste mujer –dijo Yayitsu–. Tengo que ver a mi padre de todos modos –él le dio un rápido vistazo a Camil que seguía roja, sonrió y dejó solas a las dos mujeres.
Después de cerciorarse de que el príncipe se había ido Camil le gritó a Ana.
–¡Que rayos está mal contigo Ana! ¿Por qué entraste así aquí?.
–Camil Leduc está aquí.
–¡Mierda! –fue su única respuesta.
–¿Qué es lo que vamos a hacer? Él estará en la cena, ¿Y si le dice al emperador la verdad? –gimoteaba Ana.
–No creo que haga eso, pienso que vino por mí. ¿Sabes si mi padre está aquí?
–No, Jomei me lo habría dicho.
–Ana, búscalo necesito hablar con él.
–¿Estás segura?
–Sí, esta misma noche me llevaré el dragón -. Dijo Camil pensativa.
–Pero Camil.
–Ningún pero Ana, necesito que empaques solo las cosas de valor. Iré a la ciudad y buscaré a mi padre, parece que después de todo si necesitaré un poco de ayuda.
–Está bien.
Ana salió en busca de Leduc quien se encontraba con el consejero del emperador así que decidió escuchar un poco de su conversación.
–Todo esto que nos ha dicho es muy lamentable General.
–Lo sé, es por eso que he venido desde tan lejos.
–Usted tiene idea de ¿quien podría haber secuestrado al Conde?.
–No, estoy al tanto de que sufrió un atentado hace algunos meses, antes de que se anunciara el compromiso con Camil. Por eso es que ambos pensando en su seguridad acordamos enviarla con su majestad el emperador.
–No sabía que usted y la señorita Camil estaban comprometidos.
–Si, aunque aun no se hace público, espero hacerlo al encontrar al conde.
–Pues muchas felicidades.
–Gracias -. Los hombres siguieron caminando así que Ana decidió hablar con él.
–Mi señor Leduc.
–Oh, Ana ¿cómo has estado?.
–Bien mi señor, la señora Camil desea hablarle.
–Por supuesto, enseguida te alcanzo aun hay algo que debo hablar con el señor Xuyen.
–Claro, con su permiso -. Ana se adelantó unos metros y al doblar en una esquina esperó para ver si escuchaba algo más.
–Una cosa más Xuyen. Le he pedido al emperador que lo que he venido a decirles sea estrictamente confidencial y que por favor no le diga a nadie, ni a su hijo, mucho menos a Camil. He confiado en usted porque es la mano derecha del emperador.
–Por su puesto le doy mi palabra.
–Muchas gracias -. Ana siguió caminando fingiendo no haber escuchado nada y esperó cerca de una jardinera.
–Ana, vamos llévame con Camil.
Camil se encontraba sentada en un pequeño sillón que tenía su habitación como recibidor.
–Camil, vaya que te sienta muy bien ese kimono.
–Dejémonos de estupideces y vayamos al grano.
–Está bien pero me gustaría hablar contigo a solas.
–Ana déjanos solos por favor.
–Estaré aquí afuera si necesitas algo.
–Querida Camil, supongo que sabes porque estoy aquí.
–Sí.
–Y bien ¿dónde está el dragón de Shin?
–Aun no lo tengo en mi poder, pero esta noche lo tendré.
–¿Estás segura de que esta noche vendrá con el dragón tu amigo?
–Si, ya localicé el dragón y hoy mismo iré a buscarlo para que esta noche me entregue el dragón.
–Me parece muy bien, eso quiere decir que muy pronto nos marcharemos de este lugar.
–Sabes que el príncipe Luis me ha enviado para establecer relaciones con el emperador.
–Algo de eso escuché.
–Y sabes que mi boda contigo significa el ascenso a la nobleza, no solo en Francia, también aquí. Por eso es que esta noche anunciaré nuestro compromiso e invitaré al emperador y al príncipe a la boda.
–¿QUÉ? No, esta noche no puedes hacer semejante cosa.
–¿Por qué? ¿Acaso son ciertos los rumores que escuché?.
–¿De que hablas?
–Escuché que ustedes pasaban mucho tiempo juntos y que comenzaban a estar realmente cercanos.
–Y como creías que iba a encontrar el dragón, era obvio y es por eso mismo que no puedes decir nada hasta tener en nuestro poder el dragón. Al príncipe no le gustará escuchar eso y podría interferir en nuestro plan, así que debes prometerme que no dirás nada.
–Mmm, no sé me parece una excelente oportunidad para anunciar nuestro compromiso.
–¡No me importa!, si no lo haces a mi manera nunca podremos conseguir el dragón, no quiero arriesgar el plan que tengo.
–Está bien, lo haré si me das algo a cambio.
–¿Qué quieres ahora?
–A ti, quiero un adelanto de nuestra noche de bodas.
–Está bien, pero será en cuanto tenga en mi poder el dragón, entonces te daré lo que pidas, de todas formas será antes de la boda ¿o no?
–De acuerdo, en cuanto tengas el dragón se hará el anuncio y nos divertiremos.
–Eso era todo así que dile a Ana que pase y déjanos solas, ¡ah! Una cosa más, esta noche no estaré en la cena, diré que me siento indispuesta. Necesito darle algunas instrucciones extra sobre el palacio a mi amigo, ¿está bien?
–Claro –el hombre salió de la habitación y Ana entró para decirle lo que había escuchado y saber lo que habían hablado.
–Seguro que trajo a mi padre para amenazarme si no cooperaba con él en algo.
¡Rayos!, Ahora que haremos Camil.
Irás a la ciudad y buscarás al capitán Smith -. El emperador esperaba poder hablar con Camil sobre su padre pero escuchó parte de la conversación que mantenían Ana y Camil por lo que se alejó para volver después.
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