el ladrón, el príncipe y el dragón

miércoles, 20 de agosto de 2008

Capítulo 13: Duelo

El médico tardó en llegar treinta minutos y casi revienta su caballo. Encontró a Camil tratando de evitar que Mariko muriera. De inmediato la llevaron a una habitación y el médico pidió que le llevara compresas para evitar la hemorragia. Intentó salvarla por todos los medios médicos que conocía sin embargo no lo logró. Mariko y su bebé murieron.

A varios metros del conde y Yayitsu unos sujetos los esperaban.
–¡Deténganse! –dijo uno de ellos, pero ninguno de los dos hizo caso. ¡Deténganse, o les ordenaré a mis hombres que maten a la condesa! –ambos hombres voltearon a ver a quien los había detenido.
–¿Qué es lo que quieres?
–¿Cómo sabemos que tienes a la condesa contigo? –dijo Yayitsu.
–Su nombre es Camil, su hijo se llama Marcel, su nana se llama Ana; el padre de su hijo se llama Yayitsu, el príncipe del imperio japonés ¿acaso me equivoco? –Yayitsu se enfureció, se preguntaba si Camil estaba bien.
–¿Qué es lo que deseas?
–¡Si le has tocado un pelo a mi hija lo vas a pagar!
–Tranquilícese conde, que lo que le he hecho lo ha disfrutado –Yayitsu tomó la katana del conde y atacó al sujeto. Rápidamente lo eliminó sin piedad alguna.
–¿Quien es el próximo? –dijo Yayitsu y otro hombre se lanzó contra él atacándolo. Yayitsu nuevamente al hombre y cuando lo iba a matar el hombre habló.
–¡No quieres saber en donde está la condesa!
–Te escuchó –dijo Yayitsu.
–¿Cómo sé que no me matarás cuando te diga lo que quieres?
–Pongámoslo de esta forma, si no me lo dices, te torturaré hasta que me lo digas y después te mataré, si me lo dices por las buenas, tal vez te deje vivir.
–Está bien... tengo el mapa en el bolso que está en el caballo, iré por el.
–No, yo iré –Yayitsu se acercó al caballo y sacó unos papeles y buscó el supuesto mapa pero no lo encontró. El hombre que estaba de rodillas en el suelo tomó un puño de tierra con una mano y con la otra sacó una daga de su bota y esperó a Yayitsu. ¡Aquí no hay nada! ¡Donde está Camil! Yayitsu se acercó al hombre y este le lanzó la tierra a los ojos y se lanzó contra él empuñando la daga, sin embargo el conde lo empujó y el sujeto atravesó su cuello con la daga.
Jomei primero pensó que era cosa de hombres borrachos así que solo observó.
–A ver si así se les quita la costumbre de embriagarse –dijo Jomei para sí mismo en voz alta pero al ver a Yayitsu pelear pensó que lo mejor era intervenir antes de que alguien saliera gravemente herido. Se subió al caballo cuando vio a Yayitsu matar a aquel sujeto y comenzar a pelear con el otro. Estaba a punto de cabalgar cuando un hombre lo amenazó con su espada.
–Es mejor que no te intrometas, ese no es asunto tuyo. –¡Te equivocas! Lo que les suceda a mis amigos también es asunto mío –Jomei desenvainó su katana y sobre el caballo peleó contra aquel hombre. Hábilmente Jomei logró derribar a su oponente, él también bajó del caballo y continuó peleando cuando finalmente logró desarmarlo le dio un golpe en la nuca y lo dejó inconsciente. Se subió al caballo y galopó lo mas rápido que pudo, pero no pudo evitar que el conde fuese herido. Jomei comenzó a luchar con el hombre que hirió al conde mientras Yayitsu no podía ver. ¡Eres un tramposo! ¡un hombre sin honor!
–¡En la guerra y en el amor todo se vale!
–¡Ya me estoy hartando, termina de una vez con él! –gritó otro hombre. Solo quedaban dos de ellos, el otro hombre se desesperó y decidió atacar a Jomei por la espalda, Yayitsu logró despejar su vista y cuando el hombre iba a asesinar a Jomei, Yayitsu se interpuso siendo herido en un costado. Antes de que el hombre pudiera sacar su espada Yayitsu cortó su garganta. Por fin Jomei atravesó al hombre con su katana. Jomei se dio vuelta para socorrer a su amigo, quien le había salvado la vida. El emperador llegó caminando al lugar en donde estaban Yayitsu y Jomei. Al ver a su hijo y amigo en el suelo corrió aprisa.
Intentó salvar a su amigo pero ya había muerto.
–¡Yayitsu! ¡Como te atreviste a matarlo! ¡Eres un imbécil!
–Majestad, no fue Yayitsu
–¿Qué?
–Creo que fue una emboscada. Cuando intenté ayudar al conde y a Yayitsu un hombre trató de impedírmelo.
–¿Qué? ¿qué querían? ¿dinero?
–No, ah, dijeron que tenían a Camil.
–¿Y los mataron a todos?¿cómo la encontraremos? ¿si se llevaron a Marcel?
–No lo creo, creo que solo querían distraernos, tal vez ahora estén en camino a la casa del conde. Así que dejen de parlotear, ¡Vámonos!
–Yo llevaré el cuerpo de Umako, Jomei adelántate.
– Si majestad –Jomei ayudó a Yayitsu a subir al caballo y al emperador a subir el cuerpo del conde y después se alejó galopando. Yayitsu también cabalgaba lo más rápido que podía, sujetaba su herida tratando de detener un poco la hemorragia.
Al llegar Jomei se encontró un desastre en la casa, se tranquilizó un poco al ver a Ana a salvo pero no veía por ningún lado a Camil.
–¿En donde está Camil?
–Con Marcel.
–¿Qué fue lo que sucedió?
–Unos hombres nos atacaron como a las diez, Camil peleó contra ellos pero; no pudo salvar a Mariko.
–¡¿Qué?! Unos sujetos nos atacaron hace como media hora, hirieron a Yayitsu y... mataron al conde.
–¿Qué?¡Camil no podrá con esto! Si Yayitsu muere también... ¿qué haremos? ¿en donde está Yayitsu? El médico aun está aquí.
–Dile que no se vaya, le daré alcance a Yayitsu; no le digas nada a Camil todavía.
–Está bien, date prisa.
–Ana...
–¿Qué?
–Te amo.
–Y yo a ti Jomei, corre –Jomei salió a toda velocidad en su caballo y se encontró a Yayitsu muy cerca de la casa, inconsciente el suelo. Lo subió al caballo y cabalgó hasta la casa. Rápidamente lo llevaron a su habitación y el médico logró detener lo más grave, la hemorragia, pero el príncipe perdió mucha sangre y no sabía si sobreviviría.
Al poco tiempo llegó el emperador con el cuerpo del conde y lo llevó a su habitación. Al llegar se encontró con la noticia de la muerte de su nuera y nieta y la grave condición de su hijo. Esa noche había sido trágica.
Al escuchar tanto ajetreo en la casa, Camil salió de su habitación y se encontró con Ana, parecía que la esperaba.
–¿Por qué tanto escándalo Ana?
–Camil...
–¿Qué sucede?
–Tu padre y Yayitsu... fueron emboscados
–¡Qué!, ¿dónde están? ¿dónde está mi padre, lo hirieron?
–Camil, el conde ha... –Ana no pudo contener las lágrimas, Camil y el conde eran su familia. ...ha muerto.
–¡¡¿Qué?!! ¡eso no es cierto! ¿por qué dices eso Ana?
–Camil, es verdad, lo lamento –Ana la abrazó pero Camil la rechazó y se dirigió a la habitación de su padre y lo encontró en su cama lleno de sangre y tierra y no pudo mas que gritar, gritar desesperadamente como una loca.
–¡AHHHH! ¡¡¡¡NO!!!! ¡¡No puede ser!! ¡¡¡PAPAAAAÁ!!! ¡NOOOOO! –Camil lloraba y gritaba de una manera angustiada. Sentía como si su alma se hubiera desgarrado y entonces recordó lo que Ana le dijo “Tu padre y Yayitsu fueron emboscados...” “No puede ser”. Camil salió de la habitación y se dirigió al cuarto de Yayitsu y lo encontró ensangrentado, con tierra en su cuerpo y ropa, como a su padre. En la cama sin moverse y pensó lo peor hasta que el emperador le dijo que no se preocupara.
–Él estará bien, es muy fuerte, se sobrepondrá a esto; te lo puedo asegurar –y después salió de la habitación.
Camil tomó algunas compresas con agua y comenzó a limpiar su cara y cuerpo mientras hablaba con él como si la pudiera escuchar. Le quitó la camisa y le limpió la sangre y tierra. Camil notó que curiosamente Yayitsu había sido herido en el mismo costado que él la hirió cuando pelearon en Japón.
–Debes recuperarte, te necesito, tu hijo te necesita. Se fuerte y regresa mi amor, no puedo vivir sin ti –debido al cansancio Camil se quedó dormida a su lado el resto de la noche.
El domingo como a las diez de la mañana despertó Yayitsu. El doctor dijo que afortunadamente la herida había sido superficial pero que no era prudente que viajara por el momento. El emperador preparó todo para llevarse los cuerpos de Umako y Mariko y darles un entierro japonés; Camil accedió y decidió quedarse con Yayitsu hasta que se repusiera para viajar.

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