El obrero

Juan era un obrero de fábrica textil, joven de familia humilde trabajador y honrado.
Le costó mucho conseguir el trabajo y aunque el sueldo era bajo estaba contento, pensaba progresar y buscar un asenso.
El jefe de sección era un tipo vividor, que gustaba de extorsionar a los obreros, pues a la mínima provocación los trataba como esclavos, insultándolos.
Un día Juan pidió unas pinzas para arreglar una fuga de una máquina que goteaba aceite.
El jefe de sección que se llamaba Javier se las dio vociferando de mala manera, le tenía envidia a Juan por ser honrado y tener don de mando.
Juan ocupó las pinzas, arregló la fuga y mientras limpiaba el aceite con una estopa, dejó las pinzas en el suelo, silenciosamente Javier las escondió en su overol, los otros obreros lo vieron y callaron. Cuando Juan las buscó ya no estaban, preguntó a los obreros pero nadie lo ayudó en vano las buscó. Javier le dijo que si éstas no aparecían lo iba a correr.
Los demás obreros entre risitas se burlaron de él, pues sabían que las tenía Javier.
Juan estaba desesperado y se ocurrió comentar a sus compañeros que iba hablar con el dueño de la fábrica haber si quería descontarle el precio de la herramienta poco a poco.
Más tardo Juan en decirlo, que éstos en ir a contárselo al jefe de sección.
Cuando Juan quiso hablar con el dueño, ya Javier lo había ido a mal informar, diciendo que era un ratero. El dueño de la fábrica ni lo escuchó.
Juan fue a la oficina del jefe de sección y le reclamó, al entrar descubrió sobre el escritorio las pinzas.
Le reclamó. –Eres un mal nacido- empezaron los golpes, Javier llamó a gritos a los demás obreros
Y les dijo -¡Péguenle! ¡Mátenlo! O ustedes también se van- entre todos los obreros le dieron de golpes y patadas, Javier tomó las pinzas y le dio fuerte en la cabeza, deshaciéndole el cráneo y matándole.
Fue arrojado en un basurero, Nadie habló.
Así es como la vida y los sueños de un hombre trabajador se fueron a la basura por un sistema corrupto de culpabilidad y silencio.