recibido: 6/06/2008
11:00 pm
LA CIUDAD DE LOS SUEÑOS
Las estrellas brillaban en lo alto del cielo mientras Alicia y Frank miraban la ciudad.
Era uno de esos días en los que todo está al revés.
Literalmente.
El cielo turquesa estaba manchado de púrpura. Los árboles con su brillante follaje naranja, cubrían las calles de miel.
La lluvia de chocolate hacía que los coche-anfibios se detuvieran en el tráfico de gorilas enfurecidos.
Las princesas mágicas aspiraban sus perfumes florales y soñaban con la luna.
Y el mono gobernador disfrutaba alegremente de su cerveza de plátano y sus cacahuates.
—Deberíamos poner orden a todo este revuelo –observó Frank admirando los enormes edificios de colores.
—Estoy de acuerdo, esto está demasiado fuera de lugar… ¿Qué se te ocurre que hagamos? –inquirió Alicia.
Éste, tomándose su tiempo, le dio una larga bocanada a su cigarro y dijo:
—Llamemos a Don Franco.
Los dos muchachos caminaron entre el revoltijo de miel y chocolate, y, tras evadir a un gorila especialmente enojado, llegaron a casa de Don Franco.
—Queremos que nos ayude a solucionar esto, nada está en su lugar, y todo es demasiado extraño –pidió Alicia.
—¿Por qué les preocupa tanto a ustedes dos, qué tan extraño esté todo? Alicia, mira tu cabello, lo teñiste de azul para que se viera fuera de lo normal; Frank, siempre lees cómics… ¿No les gusta la fantasía? Creí que lo que mejor hacían era soñar…
—Sí, sí, así es… —respondió Frank—, sin embargo, cuando todo es un sueño, no podemos soñar más…
—Así que quieren que todo vuelva a ser como antes…
—¿Puede ayudarnos? –preguntaron los dos jóvenes, mirando ansiosos al otro.
—Puedo. Cierren los ojos.
Los dos muchachos sonrieron e hicieron lo que Don Franco dijo.
Sintieron un remolino que los jalaba, y daba vueltas y vueltas y... se detenía.
A lo lejos una voz habló:
—Despierten.
Miraron a su alrededor, y con asombro descubrieron que todo era de nuevo real.
Los gorilas enfurecidos del tráfico, ahora eran taxistas y señores energúmenos tocando las bocinas y gritando groserías por doquier.
La lluvia de chocolate desapareció, sin embargo, en su lugar aparecieron ríos enormes de agua contaminada que brotaba de las atarjeas, y los taxistas hacían esfuerzos inútiles para que sus autos se transformaran en barcos y no se quedaran parados en medio del tráfico y la lluvia ácida.
Las princesas mágicas dejaron sus perfumes, y los cambiaron por unos verdes churros de marihuana e ilusión.
El cielo morado, cambió a ser un gris triste, cubierto por el smog. Los árboles naranjas de miel desaparecieron, dejando solo una fábrica de la cual brota humo, y una selva de pavimento y contaminación.
Y el mono gobernador ahora… Bueno, siguió siendo igual de mono y, para desgracia de la sociedad, también gobernador, sin embargo ya no había cerveza ni plátano, ni tampoco cacahuates; había coñac, dinero robado y una llamada de un empresario corrupto.
Alicia y Frank se miraron, y decidieron volver a dormir… cayeron en la cuenta de que finalmente la realidad no está tan lejos de la fantasía; todo es cuestión de saber soñar.
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